Desde que somos pequeños, nos enseñan a conducirnos en y de determinadas formas para encontrar el mejor camino para llegar al éxito en lo personal y lo profesional. Nos inculcan que para llegar a la cima en la vida debemos estudiar, tener un buen empleo, ser los mejores emprendedores y trabajar con nuestro mayor nivel de liderazgo.

Y es justo ahí, en donde siempre he cuestionado lo poco que se habla sobre la autenticidad que debemos tener, para podernos conducir y lograr ese éxito, felicidad y plenitud que tanto nos siembran desde niños. Esa plenitud que todos buscamos.

Ser líderes, emprendedores, construir nuestra marca personal, ser creativos, originales, únicos, saber trabajar en equipo, ser parte de o dueños de una compañía líder… éstas son algunas de las expectativas que la sociedad y la vida misma nos imponen; lo que se requiere y exige para llegar al éxito.

Pero ¿en qué momento nos hablan sobre lo auténticos que debemos ser para lograr ese objetivo? Un auténtico, no piensa nada más en ser el líder en común, sino que sabe que hay una diversidad entre los diferentes tipos de liderazgo.}

Una persona auténtica hace que los demás se integren genuinamente en su equipo. No bajo un esquema rígido ni dominante, sino fomentando valores en común y explotando la creatividad que cada persona lleva dentro.

Para llegar a ser todo aquello que queremos, primero debemos ser auténticos. Para lograrlo, uno debe pensar las cosas de una manera simple, sin tanta complicación. Para alcanzar esa cima, hay que ser eficaz y pensar más allá de lo establecido, así que ¡anímate y sal de esa caja tan cuadrada!

El auténtico lleva el compromiso de fondo y lo aplica en muchos ángulos y campos de la vida misma. El auténtico no encasilla su liderazgo únicamente dentro de una empresa, sino que sale y vuela; es creativo y explora.

Ser auténtico no es una tarea fácil, y mucho menos en el mundo en que vivimos. A cada segundo, estamos bombardeados de información que influye nuestra mente con todo tipo de factores externos, que nos hacen perder nuestro enfoque y muchas veces, nuestro estilo propio.

Lo ideal es ser auténticos, pero sin dejar de lado nuestra integridad y pasión.

Para ser auténticos hay que estar comprometidos en construir. Es edificar relaciones con lazos fuertes y duraderos, y siempre, sin dejar de lado nuestro sello, nuestro  propio estilo. Eso es lo que nos hace auténticos y únicos en esta vida.

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