Zona de confort

  • 2019-01-10

La zona de confort es un entorno conocido que nos hace sentir seguros y protegidos. Pero el que no arriesga, no gana, y hay que salir de ella para ‘crecer’. Estos consejos te ayudarán a abandonarla sin miedo.

 

En la actualidad las emociones están de moda, como también lo están los términos relacionados con la gestión de las mismas. Así, por ejemplo, desde el ámbito del coaching se habla del término ‘zona de confort’ para hacer referencia a esa área de funcionamiento o forma de existir en la que nos encontramos bien, sin el malestar o la ansiedad que nos puede causar el hecho de asumir riesgos. Tener una zona de confort no solo es bueno, sino también necesario. Sin embargo, no salir nunca de ella puede resultar peligroso para nuestro desarrollo personal.

 

Qué es la zona de confort

La zona de confort es un término empleado en el ámbito del coaching para referirnos a una serie de límites que la persona se ha impuesto a sí misma o ha aceptado como estilo de vida para evitar asumir riesgos y garantizarse la ausencia de miedo o ansiedad. En 2009 White define la zona de confort como “un estado de comportamiento en el que la persona actúa desde una postura de ansiedad neutral, llevando a cabo una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo”.

 

Permanecer, por lo tanto, en la zona de confort, no tiene por qué causarnos un bienestar derivado de la emocionalidad positiva (por ejemplo, satisfacción, orgullo, o entusiasmo). En su lugar, el bienestar se deriva de la ausencia de la experiencia de emociones negativas como el miedo, la ansiedad, o la incertidumbre, ya que la zona de confort actúa como un refugio que nos hace sentir seguros por tratarse de un entorno bien conocido por nosotros.

 

Nuestra zona de confort engloba todo aquello que solemos hacer y no nos da miedo (por ejemplo aceptar solo un tipo de trabajos menos cualificados, y no otros para los que se requieran mayores conocimientos o aptitudes, por temor a no saber desarrollarlos; mantener una relación a pesar de preferir estar solo), así como las personas con las que convivimos o nos relacionamos, y en cuya compañía nos sentimos seguros a pesar de que no cumplan nuestras expectativas (por ejemplo, seguir con una pareja que no nos causa problemas, pero a la que no admiramos ni nos atrae). 

 

El disponer de esta zona le permite sentirse fuerte para enfrentarse al mundo, al percibir que él es importante, que tiene un gran valor, a una edad tan temprana, para sus seres queridos. Especialmente en esta etapa de nuestra vida disponer de esa zona de confort en la que te sientes protegido, es fundamental para nuestro bienestar psíquico.

Comentarios